Esto que sigue es un escrito sin sentido y probablemente muy estructurado, muy paradojico y muy contradictorio. Será revisado y corregido. Pero me gustaría conocer opiniones y comentarios.
Saludos a todos, ¡Y a disfrutar!
"VIVIR, SOLO CUESTA VIDA"
¿Por qué tenemos que cerrar las hojas de los libros que ni siquiera están escritos?
¿Por qué creemos que sabemos la verdad sobre todas las personas solo con hablar una vez con ellas?
Todos somos desconfiados, y generalizamos ese tipo de conductas en una sociedad que, para peor, intenta por todos los medios generar desconfianza, egoísmo, individualismo.
Todos creemos conocer qué intenciones tiene el otro, qué piensa, qué esta diciendo. Tenemos esa gran bola de cristal, esa gran conciencia de brujos que nos hace identificar a aquellos que nos aman, que pretenden amarnos y que pretenden jodernos la vida para siempre.
Somos todos un gran ejemplo de escritores frustrados. Todos tenemos ganas de escribir libros, y de contar historias, pero cuando estamos frente a una máquina de escribir o un cuaderno, creemos saber el final de nuestro libro, y nos aburrimos, nos cansamos y preferimos hacer otras cosas, más banales, pero muchísimo más “divertidas”.
¡Cuanto poder mental que se nos dio! ¡Cuanta grandeza! Como no aprovecharla, derrochando conocimientos, creyéndonos superiores, pensando y sintiendo por los demás.
Cuantas lagrimas que hemos llorado por los demás, cuantos lamentos hemos creído escuchar, cuanta viveza criolla que Dios nos entregó, y nosotros despilfarrándola en imbecilidades.
Una mañana me despierto, pienso en lo que me dijeron, muy tarde, pienso en mi vuelta, en la libertad que sentí por algunos instantes. Creo saber cual es mi destino, pero uno se acostumbra siempre a recibir respuestas que no espera, a encontrarse con marcas y a responder obviedades, solo para dejar que los mediocres se crean sabios.
Cuando la noche aparece, es quizás momento para pensar. Damas, caballeros, señoritas y señores: los débiles, los mediocres, los filósofos de la vida, esos que creen que saben como comportarse ante cualquier actitud, que creen haber leído todo y haber visto todo, son los primeros que ante una caída buscan al otro, ese del cual desconfiaban. A veces no basta tan solo con leer y mirar, también basta con ser paciente, reflexionar, observar, pensar y sobre todas las cosas, vivir, y no apresurarse a pensar que ya vivimos, si siempre quedamos en esa lógica de la vida del “ya se como termina la historia”, probablemente sabremos los finales, pero nunca transitaremos por ellos, difícil entonces conocer el nudo, difícil conocer lo que es la vida.
A los mismos por siempre, y a las mismas que siempre te cuentan los finales que ellas creen.
¿Por qué creemos que sabemos la verdad sobre todas las personas solo con hablar una vez con ellas?
Todos somos desconfiados, y generalizamos ese tipo de conductas en una sociedad que, para peor, intenta por todos los medios generar desconfianza, egoísmo, individualismo.
Todos creemos conocer qué intenciones tiene el otro, qué piensa, qué esta diciendo. Tenemos esa gran bola de cristal, esa gran conciencia de brujos que nos hace identificar a aquellos que nos aman, que pretenden amarnos y que pretenden jodernos la vida para siempre.
Somos todos un gran ejemplo de escritores frustrados. Todos tenemos ganas de escribir libros, y de contar historias, pero cuando estamos frente a una máquina de escribir o un cuaderno, creemos saber el final de nuestro libro, y nos aburrimos, nos cansamos y preferimos hacer otras cosas, más banales, pero muchísimo más “divertidas”.
¡Cuanto poder mental que se nos dio! ¡Cuanta grandeza! Como no aprovecharla, derrochando conocimientos, creyéndonos superiores, pensando y sintiendo por los demás.
Cuantas lagrimas que hemos llorado por los demás, cuantos lamentos hemos creído escuchar, cuanta viveza criolla que Dios nos entregó, y nosotros despilfarrándola en imbecilidades.
Una mañana me despierto, pienso en lo que me dijeron, muy tarde, pienso en mi vuelta, en la libertad que sentí por algunos instantes. Creo saber cual es mi destino, pero uno se acostumbra siempre a recibir respuestas que no espera, a encontrarse con marcas y a responder obviedades, solo para dejar que los mediocres se crean sabios.
Cuando la noche aparece, es quizás momento para pensar. Damas, caballeros, señoritas y señores: los débiles, los mediocres, los filósofos de la vida, esos que creen que saben como comportarse ante cualquier actitud, que creen haber leído todo y haber visto todo, son los primeros que ante una caída buscan al otro, ese del cual desconfiaban. A veces no basta tan solo con leer y mirar, también basta con ser paciente, reflexionar, observar, pensar y sobre todas las cosas, vivir, y no apresurarse a pensar que ya vivimos, si siempre quedamos en esa lógica de la vida del “ya se como termina la historia”, probablemente sabremos los finales, pero nunca transitaremos por ellos, difícil entonces conocer el nudo, difícil conocer lo que es la vida.
A los mismos por siempre, y a las mismas que siempre te cuentan los finales que ellas creen.