15.11.10

El Tesoro de los Penitentes

(cualquier semejanza con la realidad es lisérgica)

No ha pasado tanto del final. No llegué a tener aún una revisión exhaustiva interior de lo que fue la liturgia del sábado.
Todavía sigo pensando y repensando. Recuerdo los momentos bellos, los tensos y los emotivos.
Recuerdo cuando fue que las lágrimas ganaron a mi felicidad de niño de 2 años y miraba sorprendido lo que estaba aconteciendo a 300 metros mío.
Esta es la historia del sábado según lo que yo vi. Según lo que yo sentí. Por supuesto que no voy a ser una redacción periodística sino que intentaré darle cierto tono artístico, para no ser aburrido, o para aburrirlos más.

Miles de almas empapadas en miles de litros de alcohol y miles de sustancias alucinógenas. Miles de historias, miles de amores, miles de encuentros casuales y miles de repercusiones. Miles.
Y como en todo ritual pagano, las figuras de los dioses aparecen y desaparecen en una orgía de felicidad.
Lobos y corderos, por igual, bañados en grandes porciones de sudor y lágrimas.
Indio querido. ¿Como no sentirme así?
Si de tus arcas de poesías retiraste esos acordes fue con intención. Con varias intenciones. Yo puedo suponerlas simplemente. Supongo retribución en primer lugar. Lo que todo padre de multitudes hace cuando ve que hay tanto amor y tanta emoción del lado desconocido. Supongo ofrenda también. Un regalo especial a aquellos que fueron, a aquellos que dejaron atrás familias, ciudades, responsabilidades para sentirse libres por unas horas. Lo que cuesta vale dicen, y no creo que solo sea el dinero lo que cuesta. Y la recompensa es justamente esa, los acordes y las palabras que brotaron.

Aquí estamos los penitentes, aquí Indio. ¿podes vernos?
Aquí están los hijos de padres separados. Y hoy te vinimos a ver a vos, hoy dejamos al Flaco en capital, y armamos nuestra valijita para pasar el fin de semana con vos. Pretendemos olvidarnos que están separados, que están viendo a otras personas. Que ya no se quieren más como antes. Hoy nos olvidamos, y te cantamos que somos hijos de ese matrimonio. Hijos de ese enorme Big Bang musical que aconteció allá lejos y hace tiempo. Y esos hijos ya tienen nietos de esa unión.
Y les pedimos una y otra vez que se hagan cargo de sus hijos. Y exigimos, y somos irreverentes a veces. Pero porque así somos los hijos caprichosos. Queremos que todo sea como antes, queremos verlos unidos y juntos, porque los hijos sabemos que unidos podemos llegar tan lejos…
Estos son tus hijos y nietos. Estos que cantamos y saltamos y nos emocionamos. Y que hacemos nuestras tus palabras de padre. Esas palabras sentidas de viejos poemas y que casi entre lágrimas decimos “y hoy come la real manzana, y no deja ni pepita…” o entre diferentes lágrimas entonamos desafinados “disculpa mis actos de hampón, siempre hay quilombito en un cielo de dos…”. Los que nos emocionamos al ver a nuestros hermanos aquí. Acá estamos, cumpliendo nuestra penitencia de juventud, nacidos bajo un amor que se terminó y viviendo la separación a nuestra manera. Escuchando a los hermanos mayores pregonando como profetas aquellas misas eternas. Aquellos cánticos y aquellas estrellas lejanas que fueron rotas. Y nos imaginamos lo que fue. Y nos emocionamos al ver que aún después de tantos años las esquirlas siguen vivas.
Vos demostraste (quizás sin quererlo) que aún se puede soñar. Que la libertad es fanática. Que el sinrazón de una vuelta aunque sea en sueños puede ser posible. Acá están las bombas pequeñitas que crearon. Estas son las banderas de nuestros corazones. Hoy, mañana y siempre. Y las lágrimas genuinas están en cada rostro, en cada expresión, en cada cara de niños fervientes que hasta quedarse sin vos gritan y bailan al ritmo que vos propones.
Extrañamos como si lo hubiéramos vivido. Extrañamos como si en algún momento todos hubiéramos estado sentados en la misma mesa. Compartiendo esas copas, esas lindas, las que tenemos hoy.
No somos ilusos, somos soñadores. Somos almas llenas de energía. Llenas de amor y llevas de cosas para decir. Somos tu boca y tus oídos. Somos todos.
Y como un padre tierno pero rígido que sos, nos alzas a tu regazo, nos das un chirlo a veces, pero también nos acaricias con los poemas. Y si cierro fuerte los ojos puedo sentirte:. “te prefiero igual… internacional”. Y hasta los corderos cantan que somos caníbales de nuestro estilo.
Irreverentes, ansiosos, desprolijos, lisérgicos, somos los que vivimos la fiesta de la paganidad. Y si esta noche lloro antes de dormir, es solo porque recuerdo que hace varias horas (y cada vez serán más) fuimos libres y felices.
Con que poco somos felices. ¡Y con cuanto!
Porque en esa noche fresca y cálida a la vez del sábado 13 de noviembre, yo cordero y lobo, vi a mi cordero y lobo y fue amor. Porque gracias al rock del país pude volver a creer en el amor. Porque gracias a la paganidad de las hordas de hermanos y amigos, me volví a emocionar.
Porque como ningún padre es perfecto, pudiste ver a tu discurso interrumpido, y a veces quienes te ayudaban no estuvieron a tu altura. ¿se podrá estar a tu altura?
Indio no sos perfecto. Hay en vos y en toda persona muchas fallas. Nadie es perfecto. Este pueblo de ricota no te quiere perfecto, te quiere bien. Te protege, te requiere, te entrega el alma y el corazón. Que lindo regalo de fin de año nos hiciste en nuestra navidad adelantada y pagana. Que linda fue la sonrisa que no pude borrar en toda la noche, tan bella que cada vez que la recuerde será un piloto automático hacia los recuerdos hermosos que tengo en mi interior.
Cuanta magia desplegada. Cuantos sentimientos a flor de piel.
No hay nada más hermoso que cantante, y mirar a un costado, y ver en los ojos más hermosos la misma emoción ante el mismo estímulo. Tus hijos tienen tanto en común.
Por eso nos damos cuenta de que son nuestros papas.
Te digo una cosa. Esta bien que se hayan separado. Pero a lo mejor una vez, dentro de mucho tiempo, volverán a verse las caras, y en sus ojos van a poder vernos a nosotros, iguales, a imagen y semejanza. Y allí y solo allí el espíritu creador volverá a impulsarse. Tal vez tenga que esperar hasta la eternidad para que suceda. No importa.
Cuando el fuego crezca, VOY a estar allí.

Palabras sentidas. Palabras desconocidas y quizás aburridas para muchos.
Este es mi accionar hoy. A pocas horas de haber estado en mi casa, con mis hermanos, visitando a mi padre. Aún con mucho amor, aún con muchas preguntas sin respuesta. Avergonzado por momentos. Extasiado y detonado por otros. Profundamente enamorado de esa historia de vida. Un gran clic en la cabeza.

Espero aportes de todos, de aquellos que los haces seguido y de aquellos que no. Espero comentarios y mucha mucha palabrería suelta como esta.
Enorme abrazo y a brillar mi amor!

Niño
PD: dedicado especialmente a quienes durante 2 días o durante las breves horas que compartí junto a ellos en el recital estuvieron a mi lado. Han sido piezas fundamentales en este mi relato. Espero por supuesto que ellos puedan comentarme sus experiencias.
Salud!