2.8.12

Adalid Guerrero

En un monte de Asia, casi inexplorado, se encuentran aún sobrevivientes de la tribu Lamuto. Son conocidos como los guardianes del perdón terrenal.
Hace siglos que miles de aventureros recorren el continente en busca de sus poderes. Dicen que son capaces de perdonarlo todo y de generar el perdón en todas las personas de la tierra, incluso en las que no creen en ellos.
El jefe de la tribu, el viejo sabio Farú, es quién decide si el perdón se hace efectivo. 
Aquellos que desean ser perdonados deben convencer al viejo con un poema. En el que deben volcar cuál ha sido el error a perdonar. Los poemas escritos, son destruidos en el fuego sagrado una vez leídos por el sabio.

Los Lamuto esperan con ansias la llegada de los peregrinos pidiendo perdones. Pocos logran acceder a esta vieja tribu, y una vez dentro muchos mueren debido al largo viaje y a las condiciones de la región.
Los bienaventurados que logran sortear las dificultades, y pueden escribir el poema para convencer al viejo, automáticamente son perdonados.
Asesinos, ladrones, embusteros, falsos, huidizos, engañadores profesionales y enamorados arrepentidos han pasado por la zona de los Lamuto.
Pero la tribu tiene una sola condición final para el perdón. Una vez destruido el poema, el sabio Farú se levanta y le indica al aventurero: "Viajante de mil leguas, serás perdonado para siempre, pero jamás podrás volver a ver a aquella persona a quien heriste. Beberás el Agua del Perdón y sentirás su perdón a la distancia. Por nada del mundo podrás acercarte ni tener contacto. Probarás la redención en tu corazón y a partir de ese momento te olvidarás para siempre del asunto".

Hay relatos que indican que quien rompe este trato, es odiado por la persona de quien necesitaba el perdón, incluso más que cuando comenzó el viaje.
Los escépticos de siempre dicen que la tribu no tiene poderes. Que el agua que beben hace todo el trabajo, pues es un concentrado de varios alucinógenos naturales y que todo lo que siente quien lo bebe es un alivio emocional provocado por la sugestión.

 Durante una expedición en busca de oro, un aventurero vio en una fogata apagada, un trozo de papel, allí había un breve poema. Los investigadores creen que es el único poema rescatado del fuego sagrado de los Lamuto. 

Adalid Guerrero

¿No extrañas esos momentos?
Breves, cortos y no eternos.
¿No extrañas esas caricias?
Convertidas en malicia.
¿No es cruel el desengaño?
Crueles serian esos daños.

Lucho y soy, como soy
Un guerrero armado, voy
Nunca estoy, solo hoy
Franco y valiente doy.

Lucho y no, sentiré
Tus caricias otra vez
No serás nunca mas
Ya no llegara la paz.

¿No vivís más esos besos?
Dulces tiernos y perversos
¿Éxtasis de corazones, ves?
Si acaso de esto no sabes
¿Ya vendrán esos amores?
Siempre solo, sin razones

Tierna y fiel, bella y miel
Fresca y dolorida es
Claridad, frustración
Dueña es de mi ilusión.

¿Donde vas? ¿Donde estas?
Única fragancia y vas
Sola ella y la verdad
Ausente de mi claridad.

Y es que tanto te persigo
Solo e inadvertido
Lagrimeo con dolor
Yo ya no tengo calor....

Nunca nunca más.
Guerrero siempre serás